Los Biohackers implantan todo: desde imanes a juguetes sexuales.

Una diversidad de industrias como el cuidado de la salud, defensa, deportes y manufactura adoptarán esta tecnología, aunque esta plantea también una serie de problemas éticos.

Patrick Kramer mete una aguja en la mano de un cliente e inyecta un microchip del tamaño de un grano de arroz debajo de la piel. “Ahora eres un cyborg”, dice después de colocar una curita en la pequeña herida entre el pulgar y el índice.

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Vía @ElFinanciero_Mx

 

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